Los nudos de la memoria


Hoy, que se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, he decidido compartir este humilde poema, con el que reivindico que le prestemos más atención a estos nudos, que nos pueden arruinar la vida.

Los nudos de la memoria


Me acuerdo de olvidar mi edad,
de un libro que me leyó,
de una voz que enmudeció.
Me acuerdo del sol que menos calentaba,
de mi madre, fregando de rodillas.
De mi padre,
alejándose del centro de nuestra gravedad,
entre volutas de humo.
Me acuerdo de un roble que crecía
en mitad de la explanada de la infancia.
De una mano culpable, de una flor mutilada,
de una isla sin sombra, de un dolor que quemaba,
de aquel loto sangrando, junto a un gorrión muerto.
Me acuerdo de la abuela rota, del insomnio perenne.
Del aquel circo que olía a cementerio,
del patio, que enfermaba en invierno,
de que siempre llovía, sin que nada se mojara.
Recuerdo que empezaba a hacer frío,
que nadie me veía,
que aquello que sentía me quedaba tan grande,
siendo yo tan pequeña.
Me acuerdo de la mesa blanca,
sobre la que soñaba, en voz baja,
con un lápiz ardiendo.
De intentar vivir, como si no hubiera un ayer,
de haberme convencido de que lo logré,
de despertarme helada,
en mitad de un sueño en llamas.
Me acuerdo del vértigo, destilando mi infancia,
del segundo precedente al desmayo,
de aquel sabor a tierra, de algún beso profano.
Me acuerdo de una taza verde desconchada,
de que ningún consejo era de mi talla,
de una voz acariciándome, hasta que me dormía,
de una lengua reptando, en dirección prohibida.
Me acuerdo incluso, de aquello que todavía no ha sucedido
y descubro que hay nudos que aún no he logrado desatar.


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