La cita propuesta el domingo 12 de octubre fue: «La esperanza es la vida misma defendiéndose», y está extraída de «Rayuela«, de Julio Cortázar, un autor que destacó por su experimentación con el lenguaje, por un estilo lúdico y humorístico y por saber integrar como pocos lo fantástico con lo cotidiano. sobre todo, por sus cuentos, que sin duda, revolucionaron el género. Su obra está impregnada por una gran imaginación y por esa gran capacidad que tuvo siempre para acercarse a la realidad desde una perspectiva fantástica.
Hay un dato clave en su biografía, y es que en su casa tenían un aparato enorme de radio desde el que seguía, sobre todo, los conciertos de jazz y los combates de boxeo de la época, y esos temas que estarán muy muy presentes en muchos de sus relatos: como Torito, El Perseguidor, o la propia Rayuela, donde se inspiró en los ritmos del jazz, que simboliza libertad e improvisación, para proporcionarles una estructura y un ritmo sus narraciones.
En 1951 comienza su exilio. Dedica su vida a viajar, aunque reside principalmente en París. Las traducciones que realiza de Edgar Allan Poe (entre otros) influyen en su obra, como por ejemplo en su colección de relatos Bestiario (1951).
A pesar de haber realizado distintas publicaciones durante todos estos años, no consigue su verdadera fama hasta la publicación de Rayuela (1963), con la que refunda el género de la “antinovela”, aunque a él nunca le gustó ese término. Para él fue un homenaje al juego.

Cortázar destaca por sus misceláneas donde mezcla narrativa, crónica, poesía y ensayo, como por ejemplo en La vuelta al día en ochenta mundos (1967) y 62, modelo para armar (1968). Si alguien no le ha leído aún, les recomiendo que comiencen por «Historias de Cronopios y de Famas» o por el conjunto de relatos “Final del juego”.
El viaje que realiza a Cuba en los 60, le marca tanto que ahí es cuando comienza su andadura política y su apoyo por los Derechos Humanos en Hispanoamérica. En Libro de Manuel (1973) es donde queda reflejado su compromiso político.
Cortázar fallece en París, un 12 de febrero de 1984, dejándonos una obra impresionante que recomiendo revisitar a menudo escuchando buen jazz de fondo.
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